El cantante de Soda Stereo quiso comprar un sillón en una casa de diseño súper top. Le pareció caro y pidió rebaja. Como se la negaron se fue indignado del lugar. Prometió no volver nunca más.
El músico fue de visita a la exclusiva casa de diseño Zona Indie buscando un mueble para renovar el living de su casa. Ni bien entró se encontró con el sillón de sus sueños. Uno de tres cuerpos, cuero rojo, bien mullido y comodísimo. Confiado en su fama y el reconocimiento popular que lo engalana, el cantante de Soda Stereo hizo un intento con la empleada para bajar el precio que estaba escrito en la tarjeta, a la vista de los clientes sobre uno de los apoya brazos del sillón.La estrategia fue básica. A pesar de saberlo y estar muy a la vista dónde consultar, igual le preguntó el valor del sillón a la vendedora. Seguramente viéndosela venir, la chica insistió y le dijo: "seis mil, está marcado en la tarjeta". Entonces Cerati se largó y le pidió así nomás una rebaja. La vendedora se lo negó y con mucha amabilidad le explicó que ella no podía modificar el precio, también le dijo que los dueños, que sí podían, estaban de viaje en ese momento. Pero, como si no hubiera escuchado ni una palabra de la lógica justificación, el cantante caminó hacia la puerta visiblemente enojado, y se fue sin saludarla.Una semana después, Gustavo Cerati volvió al lugar para insistir con el pedido de rebaja. Lo volvieron a rebotar. Entonces pegó media vuelta mascullando su enojo y prometió no regresar nunca más. Fuente: terra.com.ar